Bodegas centenarias, pueblos medievales, viñedos que se fusionan con el paisaje y la imponente presencia del río más vinícola de España. Un recorrido por la Denominación de Origen Ribera del Duero te permite viajar hasta el corazón de Castilla y León, una experiencia donde vino y río son los grandes protagonistas.
Adéntrate en lugares mágicos dibujados por el curso del Duero para descubrir una región vitivinícola que agrupa a territorios de Soria, Burgos, Valladolid y Segovia. Conoce una historia unida inseparablemente al vino y déjate seducir por fantásticos caldos e históricos pueblos.
El Duero, un río con sabor a vino
Los expertos distinguen tres grandes áreas en la D.O. Ribera del Duero: Valladolid, Burgos y Soria. Segovia, al estar más al sur y menos influida por el Duero, su personalidad no es tan marcada.
Esta zona vitivinícola está definida por su altitud, en torno a 800 metros, y su orientación de este a oeste. Son factores muy determinantes para los procesos de maduración en los viñedos a los que hay que sumar un clima extremo con alto riesgo de heladas en primavera y otoño. La uva más explotada en esta región es la Tinta del país, la variedad Tempranillo, pero a menudo se mezcla con otras como Sauvignon, Melot o Malbet.
La denominación de origen supera ligeramente las 26.000 hectáreas de viñedo y acoge a aproximadamente 8.000 viticultores que producen de media (en los últimos 10 años) 4.320 kilos por hectárea, muy por debajo de los 7.000 kilos que admite la normativa.
En Ribera del Duero, la vendimia es mayoritariamente manual, más de un 70%. Los productores en esta denominación de origen priman la calidad de la uva sobre la cantidad, lo que da lugar a vinos muy cotizados en el mercado y la generación de relaciones sociales y de comunidad muy bien asentadas.
Esta y otras regiones productoras de vino en Castilla y León tienen al Duero como eje vertebrador y como agente económico de relevancia. Lo vemos con el cultivo del vino, pero también con el turismo vinculado a esta actividad.
Los vinos de D.O. Ribera del Duero
Los vinos Ribera del Duero son fundamentalmente tintos, pero también los hay rosados y blancos. Estos últimos se incorporaron en el año 2018. En total, la denominación de origen suma más de 300 bodegas con 2.225 marcas. Te contamos más sobre los distintos tipos de vinos.
Vinos tintos Ribera del Duero
Los vinos tintos en Ribera del Duero contienen un mínimo del 95% de uvas tintas autorizadas, con al menos un 75% de la variedad Tempranillo. En esta variedad se distinguen entre tintos jóvenes, crianza y reserva y gran reserva.
Los jóvenes presentan un elevado aporte frutal y un buen paso por boca. Por su parte, los vinos de guarda (crianzas, reservas y grandes reservas) ofrecen un muy buen equilibrio en boca y una amplia complejidad aromática.
Vinos rosados Ribera del Duero
Los vinos rosados contienen como mínimo un 50% de variedades de una tinta autorizadas. Son vinos que envejecen durante 36 meses en barrica y botella, con al menos 12 meses en barrica. Solo llegan al mercado a partir del 1 de octubre desde el tercer año de la vendimia.
Estos caldos se elaboran a partir de variedades Tempranillo y Albillo. Presentan un sabor afrutado y fresco, con una acidez muy característica. Su tonalidad es rosa fresa, con matices de rosa grosella y algunas irisaciones violáceas.
Vinos blancos Ribera del Duero
Los blancos fueron los últimos en incorporarse a la denominación de origen. En general son vinos jóvenes, frescos, afrutados y con buena acidez. La región produce vinos sin envejecimiento ni fermentación en barrica y otros que sí pasan por este proceso.
En cualquier caso, todos ellos se elaboran con al menos un 75% de la variedad Albillo Mayor. Los vinos que no envejecen en barrica tienen un color amarillo paja y aroma a otras frutas y notas vegetales, dando como resultado caldos muy equilibrados. Los que sí pasan por barrica ya transitan a tonalidades más doradas y reciben aromas a madera.
Ruta por los vinos de Ribera del Duero
Con los viñedos y el río como protagonistas, la Ruta del Vino Ribera del Duero se extiende por una larga franja vitivinícola de unos 115 kilómetros que une a más de 100 pueblos, la mayoría de ellos localizados en la provincia de Burgos.
En Ribera del Duero, el tiempo y el legado de la naturaleza han dotado a la zona de un suelo excepcional para el cultivo de la vid. De hecho, las primeras referencias vinícolas se remontan 2.500 años atrás, en el yacimiento vacceo de Pintia, localizado en Padilla del Duero, una pedanía de Peñafiel.
Desde San Esteban de Gormaz, al oeste de la provincia de Soria; hasta Quintanilla de Onésimo, ya en Valladolid, vinos y río son las dos grandes pasiones que definen a toda esta extensa región. Y por supuesto, en torno a ella se ha generado una intensa actividad turística con algunos lugares destacados que merece la pena visitar.
San Esteban de Gormaz
Este municipio soriano marca el inicio de la ruta. En su término municipal este itinerario recorre varias poblaciones de la localidad, todas ellas plagadas de bodegas Ribera del Duero y lagares. De San Esteban son las conocidas Bodegas Gormaz, que fue una de las empresas impulsoras de la denominación de origen Ribera del Duero.
En el apartado monumental, este municipio tiene como grandes atractivos el Castillo de San Esteban de Gormaz y las Iglesias de Nuestra Señora del Rivero y la de San Miguel, ambas de estilo románico. Todo esto le ha llevado a ser declarado como Conjunto Histórico-Artístico. Como último atractivo, no olvides visitar el Parque Temático del Románico para conocer las principales características de este arte medieval.
Peñaranda de Duero
También declarada Conjunto Histórico-Artístico, este municipio fue considerado en 2018 como “El Pueblo más bonito de Castilla y León” en la categoría de menos de 1.000 habitantes por Radio Televisión de Castilla y León.
Si casco histórico ofrece atractivos tan interesantes como el Palacio de Avellaneda, la Ex-Colegiata de Santa Ana, el Castillo, la Puerta de las Monjas, la Plaza Mayor o la Ermita de la Virgen de los Remedios. Por supuesto, en Peñaranda también puedes visitar alguna bodega, en concreto la cooperativa Santa Ana.
Aranda de Duero
Es la capital de la Ribera del Duero y la localidad económica más potente en toda la región, pero esto no le ha impedido mantener el encanto de los pueblos con los que comparte ruta. Recorrer sus calles te llevará a conocer lugares como la Iglesia de San Juan, la de Santa María de Aranda o el Santuario de la Virgen de las Viñas.
El enoturismo en Aranda tiene como gran aliciente la visita a sus bodegas subterráneas, con más de 4,2 kilómetros de extensión. Además, en el mismo municipio o en las cercanías se localizan bodegas como Martín Verdugo, Portia, Dominio de Cair o Don Carlos.
Roa de Duero
Conocido por su legado histórico, por su territorio pasaba la calzada romana que iba desde de Clunia a Astorga. Siglos más tarde este pueblo fue conquistado por los musulmanes, aunque volvió a dominio cristiano en el año 912.
En Roa se ubica la sede del Consejo de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Además, podrás visitar la Bodega Condado de Haza. En cuanto a turismo arquitectónico e histórico, sus grandes atractivos son la Iglesia de San Esteban, las ermitas de San Roque y Nuestra Señora de la Vega y los parques arqueológicos de Roa y Rauda Vaccea.
Peñafiel
Llegamos a otro plato fuerte en la ruta de los vinos Ribera del Duero. Peñafiel, que se localiza a medio camino entre Aranda y Valladolid, es uno de los pueblos más emblemáticos en todo este itinerario.
Sus calles acogen el Museo Provincial del Vino, que está en el interior del majestuoso Castillo de Peñafiel, declarado Monumento Histórico Nacional en 1917. Más allá del castillo podrás visitar la Plaza del Coso (Bien de Interés Cultural desde 1999), el Convento San Pablo y la Casa Museo de la Ribera.
Pesquera de Duero
Finalizamos este largo itinerario vinculado al enoturismo con Pesquera de Duero. Allí tienen su sede bodegas tan conocidas como Emilio Moro, Bohórquez, Dehesa de los Canónigos o De los Ríos Prieto, entre otras. Este pueblo comparte con Padilla de Duero el gran complejo de Pintia, que fue declarado zona arqueológica en 1993 y donde se observaron los primeros restos de producción vitivinícola.
Pero, más allá del vino, Pesquera del Duero también cuenta con otros lugares de interés como la Iglesia de San Juan Bautista, la Plaza Mayor y las ermitas del Cristo del Humilladero y la Virgen Rubialejos.
La Ribera del Duero es mucho más que una denominación de origen y un magnífico lugar para disfrutar del enoturismo. Esta franja vitivinícola es territorio que aúna historia, tradición, gastronomía y paisajes. Una unión entre viña y uva que marca la personalidad de sus gentes y su cultura. Sin duda, un escenario a descubrir y del que enamorarse.