Catedral de Zamora

Catedral de Zamora: un ejemplo de historia y belleza arquitectónica

Uno de los principales intereses turísticos que hay en Zamora está en sus iglesias y templos religiosos: la ciudad castellana cuenta con un impresionante catálogo de construcciones románicas que permiten hacer un viaje al pasado y conocer uno de los estilos arquitectónicos más antiguos que conservamos.

De todos los vestigios que quedan en la ciudad, la catedral de Zamora es el más especial: es uno de los templos más singulares de toda España. El viajero que llega a esta localidad siempre se sorprende al verla: no tiene nada que ver con la majestad y la rica decoración que acostumbran a mostrar estas iglesias.

Sin embargo, conocer las curiosidades de la catedral de Zamora permite apreciarla tanto como se merece: es una de las iglesias de esta categoría más interesantes del país desde el punto de vista histórico, arquitectónico, religioso y artístico.

Curiosidades sobre la Catedral de Zamora

Tanto en el exterior y su entorno como en el interior del templo, existen muchísimas curiosidades de la catedral de Zamora que se pueden buscar al hacer la visita para disfrutar de la totalidad de esta construcción religiosa castellanoleonesa.

Todas las guías turísticas marcan una serie de puntos en los que pararse. ¿Cuáles son? Te ofrecemos algunos de los espacios clave de esta visita turística.

El exterior: sobriedad románica

Sin lugar a dudas, el exterior de la catedral es muy llamativo, sobre todo si se llega al enclave esperando encontrarse con una catedral enorme, de altos muros, grandes vidrieras y una profusa decoración.

Aunque la actual iglesia se levantó sobre los basamentos de otros templos prerrománicos, el grueso de la arquitectura actual corresponde al proyecto del siglo XII.

Fue Alfonso XII quien ordenó la construcción de una gran iglesia en el año 1140, una fecha en la que la técnica no permitía hacer demasiados alardes a arquitectos y albañiles.

Por eso, el resultado que hoy se puede contemplar es un edificio sencillo, con tan solo algunos detalles decorativos, pocas ventanas y una altura muy reducida, si se compara con otros edificios religiosos de la misma categoría.

Sin embargo, esto no resta un ápice de belleza al monumento. Solo un paseo por el exterior permite disfrutar de algunos puntos de extremada belleza.

La portada del obispo

La portada del obispo es una de las tres puertas originales del templo y la única que hoy en día continúa en pie.

Lo más llamativo de ella es su arco, que ‘abraza’ la puerta de madera que da acceso a fieles y visitantes: se trata de una construcción de medio punto muy decorada y que descansa sobre unas bonitas columnas, sencillas, pero que dotan al espacio de una perfecta armonía.

Dentro de esta zona concreta, se pueden ver otros motivos de interés. Un ejemplo es el de los bonitos arcos decorativos que se sitúan a la altura del arco de la puerta, tanto a la izquierda como a la derecha: custodian esculturas talladas en piedra de figuras religiosas como San Pablo y San Juan o una virgen con el niño.

El cimborrio: el verdadero protagonista de la catedral de Zamora

El cimborrio es una construcción de tipo cilíndrico que corona algunos templos. En el caso de Zamora no solo es así, sino que esta es la pieza más valorada de la arquitectura exterior del templo.

El cimborrio de la catedral de Zamora es algo posterior al inicio de las obras del edificio: es una pieza que acumula influencias de distintas civilizaciones, como la bizantina, la islámica y la románica de la zona de lo que hoy es Francia.

La construcción está inspirada en el cimborrio de la catedral de Toro y fue construida en el siglo XII, en torno al año 1170. Su singularidad ha atraído, a lo largo de los siglos, a decenas de miles de expertos y curiosos que desean disfrutar de su belleza particular. Además, hoy es uno de los símbolos de la ciudad de Zamora.

La torre

“La torre”. Así es como conocen los habitantes de Zamora a esta parte de la catedral, que tiene el honor de ser uno de los puntos más altos del templo y que es, en realidad, el campanario de la iglesia.

Esta parte del templo es algo posterior, del siglo XIII, y fue una de las últimas partes de la obra en levantarse. Sencilla y con una decoración austera, casi parece la torre defensiva de un castillo, lo que le ha llevado a recibir ese nombre por parte de la población zamorana.

De hecho, los testimonios históricos aseguran que además de ser campanario, la torre sirvió como efectivo punto defensivo e incluso como cárcel del Cabildo en el siglo XVIII.

El interior de la catedral de Zamora

Si las vistas por fuera son ya suficientes como para acercarse a ver la catedral de Zamora, lo que espera dentro no deja de estar a la altura.

De nuevo, el visitante debe tener en cuenta que se halla ante una construcción de hace casi un milenio, por lo que no puede esperar grandes riquezas o decoraciones muy elaboradas.

Pese a ello, la catedral de Zamora por dentro tiene tantos encantos como por fuera: desde la cúpula hasta algunos frescos, pasando por algunas esculturas y los tesoros escondidos en algunas de las capillas.

La cúpula por la parte interior

Si el cimborrio es el gran tesoro de la estructura exterior, la cúpula de la catedral de Zamora se lleva todas las miradas una vez que se cruzan sus puertas.

De hecho, el interior de la cúpula es el reverso del cimborrio, y es igualmente espectacular: sorprende que un edificio tan sencillo cuente con esta construcción, tan bien decorada y tan armónica.

Se levanta desde cuatro arcos de tipo ojival y cuenta con distintos nervios que van desde el centro de la cúpula hasta los apoyos, una zona rematada por estrechas ventanas en todo su diámetro y que aportan una gran parte de la luz natural que entra en la iglesia.

Fresco de San Cristóbal

Una obra de arte llama la atención de todos los visitantes: el fresco de San Cristóbal. Esta pintura es obra de Blas de Oña, un reconocido pintor de los siglos XV y XVI y representa al gigante Offerus, quien lleva en su hombre al Niño Jesús para que pueda cruzar a salvo un río.

El fresco está situado cerca del claustro y está pintado en una pared con una escalera, por lo que se adapta a los desniveles de la zona.

Es muy llamativo precisamente porque parece que no está hecho para lucir y impacto al público, sino por una necesidad religiosa de tener, dentro del templo, este pasaje religioso.

El claustro

No se puede citar el claustro y no hablar con un poco más de detalle de él. Originalmente, el templo contaba con una obra de estas características, que se perdió en un incendio en 1591.

Tras retirar todos los escombros, Juan del Ribero diseñó otro claustro del gusto de la época, pero que combina muy bien con el resto de la catedral: es sobrio, no presenta demasiadas decoraciones y es una excelente representación del estilo herreriano o escurialense.

Capilla de San Ildefonso

Son muchas las capillas que merecen la pena en la catedral de Zamora, pero de todas, quizá la de San Ildefonso sea la más llamativa.

Para empezar, está custodiada por un impresionante fresco que embellece toda la pared de la misma. La pintura es de estilo manierista que refleja momentos clave de la vida del santo a la que está dedicada.

En el centro, una bellísima puerta renacentista da acceso a una capilla llena de tesoros: cuadros, sepulcros decorados en piedra tallada y una bóveda de crucería donde todavía se conservan restos de una pintura que imitaba al cielo estrellado.

El coro

El coro es un regalo para los amantes de la ebanistería. Es obra de Juan de Bruselas y cuenta con 85 sitiales o asientos en los que la decoración no deja un respiro a cualquier mirada que se pose en la zona.

Tiene forma de U, con dos pisos, y es uno de los grandes tesoros del interior de la Catedral de Zamora: responde al estilo decorativo que se conoce como gótico y está elaborado en madera de nogal.

El acceso del coro se cierra con una reja que data del siglo XV y que también ha sido de gran interés histórico y religioso para quienes han estudiado los tesoros que custodia la catedral de Zamora.

El museo catedralicio

Por supuesto, la visita a la catedral de Zamora ha de terminar en el museo catedralicio, donde se guardan unos interesantes tapices elaborados por artistas de Flandes, esculturas y objetos de valor relacionados con la celebración de fiestas y acontecimientos religiosos.

Estos son algunos de los puntos principales de los que disfrutar en una visita a la catedral de Zamora. Con esta guía se puede no solo identificar las partes más llamativas del templo, sino comprender mucho mejor su historia y su interés histórico.Visitar la catedral de Zamora es conocer uno de los templos románicos más importantes de todo el país. Y no solo eso: es la oportunidad de conocer una iglesia donde se respira espiritualidad, cultura e historia.

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